Viejos electrodomésticos, todo tipo de máquinas expendedoras, bombillas u otros aparatos de alumbrado, móviles, modernos instrumentos para vigilancia y control doméstico e industrial -como detectores de humos, reguladores de calefacción, termostatos, aparatos de medición-, juguetes, que van desde las actuales consolas portátiles y videojuegos a los más antiguos trenes eléctricos o coches en pista eléctrica. Son los nuevos residuos que genera una sociedad cada vez más «tecnologizada», como la nuestra.
Pero, ¿cómo afectan estos residuos a la salud humana y el medio ambiente? Édgar Erazo, director ejecutivo de EcoCómputo, comenta que “la composición de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es muy diversa, llegando a contener hasta más de 200 compuestos diferentes, de los cuales hay varios elementos potencialmente peligrosos para la salud humana. Generalmente en los equipos encontramos hierro y acero representando el 50% del residuo, seguidos por plásticos que se encuentra en un 21%, además de vidrio, tarjetas de circuito impreso, cerámica, caucho y otros materiales”.
Entre los elementos peligrosos está el plomo el cual es una sustancia tóxica que se va acumulando en el organismo afectando el cerebro, el hígado, los riñones, los huesos y los dientes. Encontramos también el mercurio el cual incluso en pequeñas cantidades es perjudicial para el sistema nervioso e inmunológico, el aparato digestivo, la piel y los pulmones, riñones y ojos. Y el arsénico el cual puede causar intoxicación crónica además de la aparición de lesiones cutáneas y cáncer de piel.